Qué fue de los lobos de Beringia
Xavier Pujol Gebellí
PERSPECTIVA CIENTÍFICA | CONSERVACIÓN DE ESPECIES | 18/03/2015
Beringia, esa enorme porción de tierra firme que en el último período glaciar unía a modo de istmo América con Asia a través de un mar de Bering entonces emergido, reúne condiciones cuasi únicas para el estudio de especies hoy extinguidas o descendientes de las que habitaron un entorno que ha estado ligado de forma permanente al cambio climático. Los avatares del lobo de Beringia, una de las especies emblemáticas del lugar, podrían descifrar el origen del perro doméstico, animal clave en las sociedades humanas.
Pocos lugares hay en el planeta que reúnan las condiciones de Beringia. Lejos de ser un paraje inhóspito por lo extremo de su climatología actual, esta singular región situada entre Alaska y la Siberia Lejana, fue en su día un vasto territorio emergido, poblado de lagos y con unas temperaturas sorprendentemente suaves pese al período glacial que asolaba la Tierra. A diferencia de lo que ocurría en un hemisferio norte prácticamente cubierto por el hielo, máximas de hasta 10 grados centígrados permitían una vida vegetal prolija aunque restringida a la propia de llanuras.

Ejemplar de lobo en la actual region de Beringia. Foto: © Chris Muiden | NL Wikipedia
Y por supuesto, también la vida animal. Entre los mamíferos, desde el extinguido mamut al rinoceronte lanudo o el gato ‘dientes de sable’, pasando por una amplia variedad de osos pardos, el caribú y el lobo, entre muchos otros. Dados los efectos del cambio climático en esa zona y a la luz del resultado de investigaciones recientes, son varias las preguntas que se formulan los científicos. La principal: ¿sobrevivió la descendencia de la fauna de la última glaciación? Y otra más concreta: ¿logró sobrevivir el lobo y se adaptó a las nuevas condiciones?
La cuestión referida al lobo no es baladí, puesto que de él surgió el perro doméstico, el primer animal que se adaptó a la convivencia con humanos y, por tanto, el inicio de la domesticación, un elemento clave de la cultura humana.
Jennifer Leonard, investigadora de la
Estación Biológica de Doñana, ha obtenido "sorprendentes” hallazgos relativos a la evolución del lobo y otras especies de Beringia gracias al uso de tecnologías de análisis de DNA antiguo. Esos estudios se están ampliando ahora en el sur de España.
Lobos extinguidos
El estudio del DNA antiguo sugiere, según la investigadora, que el perro doméstico pudo surgir mucho antes de lo que hasta ahora se había considerado, hace entre 10 000 y 14 000 años. De acuerdo con los resultados de sus investigaciones, la domesticación pudo producirse mucho antes, hace entre 20 000 y 40 000 años. "Trabajamos con restos óseos de los que extraemos DNA, isótopos y otras informaciones basadas en la morfología”, explica Leonard. Las muestras corresponden al final del Pleistoceno, período en el que se dio una extinción masiva de especies como consecuencia del cambio climático. "El objetivo es determinar qué ocurrió con las poblaciones que se extinguieron o que lograron sobrevivir.”
Jennifer Leonard: «El lobo se extinguió donde era más vulnerable... Y poblaciones de la misma especie, Canis lupus, ocuparon con posterioridad el mismo hábitat».
Sorprendentemente, sigue la investigadora, y al contrario de lo que hasta ahora se había sostenido, hubo especies que se extinguieron localmente por el cambio de condiciones de su hábitat. Es el caso de los lobos, de los que siempre se había creído que se habían adaptado al nuevo entorno. "El lobo se extinguió donde era más vulnerable.” ¿Y que pasó luego? "Poblaciones de la misma especie, Canis lupus, ocuparon con posterioridad el mismo hábitat”, responde. Por consiguiente, el lobo moderno no es un descendiente del primigenio, sino del que lo reemplazó y logró asentarse en el nuevo hábitat y de ahí extenderse a otras regiones.
¿Cuál de los dos daría origen al perro doméstico? La teoría más extendida sostiene que proviene de lobos euroasiáticos de hasta 14 000 años atrás. Se trataría de grupos de animales o individuos tolerantes con la presencia humana que acudirían en busca de comida más simple de obtener que mediante la caza. De ese primer parasitismo se pasaría a una suerte de simbiosis, la domesticación propiamente dicha. El lobo domesticado, portador de una amplia variabilidad genética, sería seleccionado artificialmente para cubrir múltiples tareas: compañero de caza, guardián, pastor, fuente de alimentación, icono religioso o simplemente compañero.
Nueva visión
Los hallazgos de Leonard, sin embargo, sugieren otros escenarios probables. Por un lado, la ya citada extinción local de Beringia y la constatación de la sustitución de las poblaciones extinguidas por otras de las que derivaría el lobo moderno. Por otro, la sorprendente proximidad genética entre el lobo extinguido y el actual perro doméstico.
El uso de nuevas tecnologías de extracción y análisis de DNA antiguo, señala la investigadora, es el que certifica la proximidad, que resulta mucho mayor que con el lobo moderno.

El lobo ibérico, Canis lupus signatus | EA
Es así cómo surge una nueva hipótesis que situaría la domesticación muchísimo más atrás en el tiempo, hasta los 20 000 o incluso 40 000 años, sin que ello suponga un cambio en el proceso, pero sí en el momento "social” en el que humanos y animales inician una relación de proximidad y provecho mutuo. Otra sorpresa que conviene contrastar es la que sitúa la domesticación en Europa, en lugar de Oriente Medio.
"Necesitamos más muestras para corroborar nuestra hipótesis”, dice Leonard. Los lugares ideales para dar con ellas serían paisajes "secos y fríos” y con poca oscilación de temperaturas, como sería el caso de la actual Beringia. Pero, por lógica, habría que buscarlas también en áreas donde se estima que hubo asentamientos humanos primitivos, como Oriente Medio, Turquía, Centroeuropa o el sur de España, zona de contacto con el continente africano. "Con el tiempo está cambiando en gran medida nuestra idea de dónde y cuándo fueron domesticados los perros.” El motivo, con más de 800 razas registradas, está mucho más claro.

Ejemplares de lobo ibérico | EBD
Lecciones del pasado
Las aportaciones al conocimiento del DNA antiguo, junto con hallazgos arqueológicos y el estudio de flora y fauna del pasado, no solo nos informan de cómo se ha ido configurando el presente de nuestra especie, Homo sapiens, sino que también contribuye de forma clara a establecer criterios para la preservación y conservación de especies y sus hábitats. "La salud de un hábitat condiciona la de las especies que viven en él”, resume Jennifer Leonard.
«Hay una sorprendente proximidad genética entre el lobo extinguido y el actual perro doméstico. El uso de nuevas tecnologías de extracción y análisis de DNA antiguo certifica la proximidad, que resulta mucho mayor que con el lobo moderno.»
Beringia sigue siendo un buen ejemplo. Los distintos períodos glaciales del pasado muestran cómo el cambio climático, en este caso natural, lleva a que enormes extensiones de terreno se vean sometidas a condiciones extremas, se sumerjan bajo el agua o, por el contrario emerjan dando paso a nuevas condiciones. "La historia nos explica por qué es tan importante preservar la integridad del hábitat”, continúa. La excesiva fragmentación, el aislamiento o el cambio de condiciones pueden acabar rápidamente con una especie antes considerada sana.
"Los animales con hábitats restringidos son los que están en mayor riesgo de extinción”, proclama Leonard. "Cuanto menor es una población, menor es su variabilidad genética y mayor su dificultad para adaptarse a un hábitat sometido a cambios drásticos.” O lo que viene a ser lo mismo, de seguir al ritmo actual, nadie debería descartar nuevas e incluso impensadas extinciones en el futuro.
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Xavier Pujol Gebellí
Periodista